"Tu tiempo es limitado, entonces no lo desperdicies viviendo la vida de otro. No se dejen atrapar por el dogma, que es vivir según los resultados del pensamiento de otros. No dejen que el ruido de las opiniones de los demás ahogue tu propia voz interior. Y lo más importante, tengan el coraje de seguir a su corazón y a su intuición". Steve Jobs.

jueves, 28 de junio de 2012

3° AÑO: ALFREDO PALACIOS "EL TRIBUNO DEL PUEBLO".






El último mosquetero

Con mucho, fue el hombre más notable de la política argentina del siglo. No significa esto que haya sido el más importante. Simplemente, fue el más espectacular. Pocos hombres como él pudieron guardar tanta fidelidad a su propio estilo, a su propia figura. En tal aspecto, fue atemporal.
Transcurrió en el escenario político argentino como el eterno disconforme, como el reformista romántico que nunca alcanzaba el éxito completo, como el caballero galante que nunca se casó. Su espíritu esencialmente antiburgués fue el que solidificó el pedestal de su mito. Su orgullosa honestidad, su apasionado amor por los sufrientes, sus actitudes mosqueteriles que tanto molestaron a los dirigentes de su partido (que varias veces lo excomulgó para volver a aceptarlo al poco tiempo), esas condiciones y -¿por qué no?- su estampa anticuada, pero no carente de cierta fascinación, fueron los elementos con que se edificó la estatua en vida.
Aunque Palacios, a diferencia de un Juan Domingo Perón, por ejemplo, y salvando las distancias, nunca estimuló directamente la construcción de ese mito que, por supuesto, lo halagaba, pero al que tan sólo consideraba un excelente subproducto de su quehacer. Fue un ególatra -sin duda el más grande y fino desde Domingo Faustino Sarmiento-, pero nunca un bravucón. Fue un mosquetero, jamás un compadrito.


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FUENTE: MIRADA MÁGICA

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