Organización política: templos y palacios
En general, los pueblos que ocuparon la Mesopotamia fueron de origen diverso, tuvieron un gobierno monárquico, teocrático y absoluto. Con los sumerios, la Mesopotamia estaba dividida en ciudades-estados, (también podríamos llamarlas “cíudades-templos”); cada ciudad con su territorio circundante era un templo, desde allí quien gobernaba se dirigía a la población. En esta etapa, la política y la religión estaban íntimamente relacionadas. El gobernante era el príncipe-sacerdote. el “sumo sacerdote” o “patesi", que representaba a la divinidad, aunque no era el dios, como en Egipto, en donde el faraón era "el mismísimo Horus”.
El sacerdote administraba el gobierno de la ciudad, los ingresos del templo, conducía a los soldados, vigilaba el mantenimiento de los canales y organizaba el culto. El templo desempeñaba entonces un papel fundamental. Era el eje de la vida política, religiosa y también económica
Después, con la expansión de las ciudades sumerias, la administración se hace más completa y se produce un cambio en las atribuciones del patesi, quien se dedicará en adelante exclusivamente al culto. Jefes militares convertidos en reyes desempeñarán el resto de las funciones.
Estos reyes mantendrán la división de la Mesopotamia en pequeños Estados: cada ciudad, por ejemplo Ur o Eridu, era un Estado en sí misma, con sus propios instituciones de gobierno, no dependía de un poder mayor regional ni imperial. Su único lazo de unión con el resto de ciudades-estados sumerias era la cultura: la escritura, las creencias y el lenguaje. Esto se mantiene hasta la unificación realizada por los acadios.